sábado, 16 de abril de 2016

Goróstegui cabalga con D. Bernardo de la Torre Rojas

A mi querido amigo Juan Carlos Fernández Goróstegui, entre sus reflexiones políticas y su práctica del patinaje, todavía le queda tiempo para acordarse de los personajes históricos que por unas razones u otras, han tenido relación con Villaviciosa de Odón.

Me pide Juan Carlos que publique esta breve semblanza sobre la persona de D. Bernardo de la Torre Rojas, y así lo hago. Encantado por facilitar la participación  y orgulloso porque gente como Juan Carlos elijan este medio para compartir.

Mil gracias Juan.

Semblanza de D. Bernardo de la Torre Rojas nacido en Écija en 1792 y que está enterrado en nuestro cementerio.

Siete años antes de las aventuras de Bernardo que os voy a contar, ya él había conocido el olor de la pólvora, pues siendo mozo formó parte del Ejercito Central que la Junta de Sevilla había organizado para enfrentarse a las tropas de Napoleón. Pero esa es otra historia. Ahora es mayo de 1816 y  Bernardo, el que llegará a ser director de la Escuela de Montes en nuestro castillo, tiene 24 años es capitán de caballería y está a punto de embarcarse en la fragata de guerra Venganza acompañando al general D. José de la Serna e Hinojosa como oficial de E. M.: su destino es Tupiza al otro lado de los Andes.
Manda la fragata Venganza el capitán de navío Tomas Blanco Cabrera, su misión es convoyar tres fragatas mercantes: Veloz, Mejicana y Aurora de Cádiz al puerto de Arica, cargadas de hombres, caballos, pertrechos de guerra y mercurio, para las minas del Potosí...y hacer hueco a la Serna y sus cinco acompañantes en una fragata atestada.
La Venganza estaba armada de tres mástiles, 34 cañones y mucha vela.
¡Ah de la fragata!
¿Quien viene?
Oficiales… El capitán de la Torre.
Es mayo y Cádiz huele a jazmines y sus mujeres derrochan simpatía y donaire.   
Después de elevar anclas la lista de chequeo de una fragata rezaba…

La guardia está montada
la ampolleta muele
buen viaje haremos              (y contestaba todo el puente)
si Dios lo quiere

A partir de ese momento, el que años más tarde sería nuestro vecino va a conocer lo que es la furia de los Vientos Pamperos en el Mar del Plata, verá el Cabo de las Once Mil Vírgenes y Puerto Hambre ya cerca del Cabo de Hornos. Pasará el Cabo de Hornos "en solo tres singladuras desde el meridiano de Cabo San Juan hasta Cabo Negro y desde el 2 al 5 de Agosto, a favor de una brisa del N. E. fresca, clara y con mar muy llana", como dice el informe del capitán de navío Tomas Blanco Cabrera al ministro de marina D. José Vázquez de Figueroa.
Al llegar a Arica después de 117 días de navegación lo primero es desembarcar los caballos para que se desentumezcan; Tupiza y Santiago de Cotagaita están en el altiplano Boliviano, cerca de la Ciudad de Potosí, de día el sol abrasa la piel y de noche hace un frio del diablo, son sus  primeros destinos.
Al Norte de Argentina, Salta no resiste las embestidas del general rebelde San Martin y Bernardo participa en la retirada en unas condiciones durísimas, tienen que acarrear a la administración civil de Salta, que no quiere rendirse, con sus mujeres y algunos niños; el teniente coronel ha muerto en acción de guerra, los oficiales criollos y los peninsulares discrepan con amargura por agravios comparativos, menudean las deserciones sobre todo de las tropas indígenas, los indios con habilidad les roban caballos cuando forrajean y el terreno de Salta al Potosí es una sucesión de barrancos estériles sin fin ,de arroyos semisecos y laderas llenas de cactus gigantes que simulan tiradores apostados.
Su llegada a Lima con licencia para embarcar para la península, coincide con la conquista de Santiago de Chile por los gauchos de San Martin, que han cruzado los Andes por Mendoza. En Lima, en  su puerto, el Callao, el Brigadier D. Marino Osorio está organizando una expedición al Sur de Chile y Bernardo se apunta voluntario para mandar unas columnas de Granaderos y Cazadores y desembarcar en Talcahuano con sus caballos. Su misión es desbaratar la retaguardia de San Martin e intentar reconquistar Santiago de Chile. En esta aventura nuestro Bernardo vivaqueará en los bosques inmensos del Sur de Chile, vadeará ríos de verdad, de los que nacen ya caudalosos en los lagos cumbreros, y alguna vez se librará de emboscadas a uña de caballo a galope tendido. Es hecho prisionero después de nuestra derrota en la Batalla de Cancha Rayada y por fin puede descansar en un calabozo del penal de Mendoza…y ver cicatrizar la herida que le había hecho de un machetazo un gaucho en Jujuy cuando Bernardo, cumpliendo órdenes, requisaba caballos para el ejercito; es canjeado después de 11 meses y regresa a Europa en una fragata Inglesa.   
¡Que razón tenías Bernardo! Cuando siendo ya director de nuestra Escuela de Montes les decías al alba, a tus alumnos formados con sus macutos en el patio de nuestro castillo, que Balsain estaba aquí al lado. 
¡Que buenas vibraciones me da compartir cementerio contigo Bernardo!, seguro que vamos a gozar de buenas galopadas por el cielo. ¡Si Dios lo quiere!

      Juan Carlos Fernández Goróstegui

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