miércoles, 12 de febrero de 2014

CLUB DE LECTURA: CUÉNTAME UN CUENTO

Aquí os dejo una nueva entrega de la serie de cuentos que nos está regalando Pepa. Mi querida amiga, no deja de sorprenderme con sus letras. En esta ocasión por su originalidad y revisando las siguientes entregas por su... mejor será que os deje con la intriga y que cada cual saque sus conclusiones. 

A mi, este cuento, me ha encantado. Muchas gracias Pepa





ENCUENTRO

Mª José López de Haro Requena


Enrique cabalgaba lentamente por la seca y dura estepa castellana. De repente, a lo lejos, divisó dos figuras que se acercaban galopando un poco más rápido que él, en un principio sitio miedo pero este desapareció enseguida cuando pudo distinguir a los jinetes era D. Quijote y su fiel escudero Sancho. No daba crédito a sus ojos ¡no era posible tener tanta suerte! hacía años que ansiaba conocer a ese ingenioso y valiente hidalgo.
_ Buenos días tengan vuesas mercedes;  saludó a los  jinetes.
_ Buenos y venturosos tengan usted; le contestaron al unísono los dos
_ Me dirijo hacia el Toboso, donde tengo entendido hay una buena posada y su posadera creo goza de gran belleza.
_ Con quien tengo el honor de hablar; le contesto D. Quijote
_ Perdone mi torpeza, soy Enrique de Alejandría, caballero de esa ciudad y perteneciente a la orden de Los Magnos.
_ Yo soy Don Quijote de la Mancha, conocido como el “Caballero de la Triste Figura” y este es mi fiel escudero Sancho Panza.
_ Es un gran honor conocer a tan hidalgo Caballero, cuya fama le precede y ha traspasado fronteras
_ Todo el mundo ha de conocer mis desvelos por proteger a mi  dama Dª Dulcinea del Toboso.
_ No solo se conocen sus hazañas sino que vuestra Dulcinea es admirada y respetada por todos esos mundos y allende los mares.
_ Así debe ser, pues no merece menos tan ilustre Señora.
_  Pero dígame  vuesa merced ¿la posadera es tan bella como me han dicho o solo son falsos rumores?
_ Le han informado bien, la posadera es mujer de gran hermosura y genio endiablado aunque su belleza no es comparable a la de mi dulce dama Dulcinea.
_ He de partir ya, esta anocheciendo y no conozco bien estos parajes.
_Parta usted, noble caballero y ándese con tiento. Estos parajes están llenos de bandidos que no dudarán en atacarle si piensan que con ello obtendrán algún beneficio.
_ Con Dios
_ Valla con él.

Enrique siguió su camino por aquellos parajes desolados y desérticos cuando a lo lejos vio una figura que corría despavorida hacia él, asustando por lo que le había advertido D. Quijote quiso buscar cobijo y divisó a lo lejos una vieja construcción medio derruida. Encaminó sus pasos a trote ligero hacia esas ruinas, escondió su caballa lo mejor que pudo y el se parapetó detrás de una pared.
_ Date por muerto, traidor.

Se escondió todavía más pero se dio cuenta que no era a él a quien iban dirigidas esas palabras sino a la figura que huía; aguzó el oído para intentar escuchar sin ser visto.
_ Carloto, no vas a quedar impune por la muerte de Valdovinos, yo Marqués de Mantua he jurado defender su honor. No me importa que seas el hijo del Emperador, pagarás por lo que has hecho.

¿Pero cómo? pensó Enrique, esto pasa en Italia y yo ahora mismo estaba en España hablado con D. Quijote ¿qué embrujo es este que me hace moverme por los países sin notarlo?

_ Enrique ¡despierta! tenemos hora en el medico y se nos hace tarde; venga, levanta ya que tienen que verte esas heridas.

Notó que alguien lo zarandeaba y abrió los ojos lentamente, se había quedado dormido y todo era un sueño; miro sus manos y en ellas tenia medio abierto un libro. Era El Quijote.

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