La marcha de los andarines del pasado viernes fue cosa de hadas. La ruta estaba pensada para caminar por el Monreal hasta el Gudarrama sin la intención de buscar el mar. Pero todo cambió cuando las hadas caminaron junto a nosotros y nos guiaron por las veredas que algún día hollaron nuestros mayores. Tal y como lo cuenta Gefaell: No hay que llorar. Siempre quedará un niño o algún poeta para encontrar tesoros, milagros o hadas en esta tierra dura, por este cielo anchísimo.
A Teresa y a Juan Carlos, mil gracias por conocer y querer contarlo.
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Hasta diecinueve andarines nos juntamos para retomar la actividad después del parón navideño. Afortunadamente, salida tras salidas, las bajas se compensan con nuevas incorporaciones que posibilitan que este grupo crezca y crezca, ojalá, sin límite.
Pinchad en el plano para acceder al enlace de la ruta de poco más de diez kilómetros de recorrido.
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