jueves, 15 de mayo de 2014

CLUB DE LECTURA: CUÉNTAME UN CUENTO

Mi querida amiga Pepa, me recordó que tenía pendiente de colgar en el blog alguna de sus publicaciones que, tan generosamente, nos regala. Como quiera que siempre es un placer compartir con vosotros cualquier cosa que venga de vosotros, aquí os dejo un par de entregas de los cuentos de Pepa. En el primer relato la autora nos habla de la felicidad que puede otorgar la imaginación. El segundo es una verdadera sorpresa...

Espero que os gusten tanto como a mi.


A Pepa, como siempre, millones de gracias por su generosa aportación.


NUEVOS AMIGOS


Mª José López de Haro Requena

- Abuela cuéntame otro cuento de los duendecillos y las pequeñas hadas.
- Ven, veremos cómo están pasando el invierno nuestros pequeños amigos.
Ha llegado el invierno  y con él el frio, de los árboles cuelgan agujas de hielo y el suelo esta y resbaladizo. La mayoría de los días llueve y  la lluvia se convierte en hielo.
Las pequeñas hadas y los duendecillos  se pasan el día enredando. Los mayores no saben qué hacer con ellos, no descansan nada más que cuando están en el colegio, las travesuras cada vez son mayores, hasta el gato y el perro se esconden en cualquier rincón cuando los ven llegar.
Por fin ha empezado a nevar, quizás ahora sera más fácil entretenerlo ya que a los duendecillos y pequeñas hadas les gusta jugar con la nieve, con sus  trineos, las tablas de showboard y skis .
El hotel abre sus puertas a los visitantes todos deseosos de empezar a esquiar,  está a rebosar de gente todos con el mismo propósito, pasarlo bien.
Todos los pasan bien, todos menos Noa una pequeña niña hija de los encargados del hotel que no tiene amigos y se encuentra sola y aburrida.
Los duendecillos y pequeñas hadas han salido a jugar con la nieve, unos están montados sobre sus tablas, otros se deslizas en pequeños skis, los más pequeños van  en  trineos, todos disfrutan de la primera nevada.
-¡Mirad! Dijo el hada Azul, allí a lo lejos hay un  hada que está sola, vamos a decirle que venga a jugar con nosotros.
-Vamos, dijeron todos, nosotros somos muchos,  estar sola debe ser muy triste y aburrido.
Todos se encaminaron hacia el punto que había señalado el hada Azul, a llegar se dieron cuenta de que no era una hada sino una niña pequeña que estaba sola y lloraba. Al verla llorar decidieron que aunque fuera diferente le pedirían que jugara con ellos para que no se sintiera tan triste.
-¿Cómo te llamas? Le pregunto el hada  Rosa.

Noa miro a su alrededor pues oía ruidos pero no sabía de dónde venían.
-Aquí abajo gritaron todos, se dieron cuenta que la niña no les veía, el más alto de ellos apenas le llegaba al borde del pantalón, así que decidieron darle unos pequeños tirones para que la niña lo notara.
La niña miro a sus pies y allí pudo ver una serie de seres diminutos que la llamaban, parecía como si sus muñecas hubieran cobrado vida.
- No te asustes, le dijo el duendecillo vede, somos un grupo de duendecillos y pequeñas  hadas y solo queremos jugar contigo para que no estés sola y aburrida.
- Me llamo Noa, dijo la niña, cogiendo uno en sus manos, no me  he asustado,  no os veía, no sé si sabré jugar con vosotros, yo nunca he jugado con duendecillos y pequeñas hadas.
- No te preocupes nosotros te enseñaremos, pero jugamos como todos los niños así que te resultara fácil, le dijo el hada Azul.
- Vamos entonces, estoy deseando jugar con alguien, vivo aquí sola desde hace una semana y me aburro mucho.
El grupo así formado empezó a idear nuevos juegos, Noa les enseño el sótano del hotel donde guardaba sus juguetes  y además había muchos trastos viejos con los que poder jugar.
- Si ere capaz de guardar el secreto, solo los duendes y hadas pueden saberlo, otro día te enseñaremos como usamos nuestras varitas mágicas, le dijo el duendecillo amarillo.
- Hoy no podemos enseñarte porque los mayores no nos dejan sacar la varitas, para usarlas tienen que estar ellos delante, comento el duendecillo verde
- No diré nada, paro ¿cómo me vais a enseñar si no podéis sacar las varitas?
- Te diremos donde vivimos para que vayas a vernos  y allí te enseñaremos.
- No sé si podré ir yo sola a vuestra casa, no conozco bien este sitio.
- Nosotros te diremos como ir, no está lejos y seguro que sabrás encontrarnos.
- Toma este pequeño silbato y si te pierde lo haces sonar y nosotros vendremos a buscarte.
- Intentare ir otro día, ahora vamos fuera a jugar con la nieve.
Con la ayuda de Noa hicieron un muñeco de nieve y estuvieron jugando con los skis y las tablas incluso se permitieron hacer una batalla de bolas de nieve, la niña hizo bolas pequeñitas pues tenía miedo de hacer daño a sus  amigos, que eran muy pequeños.
- Noa ¿dónde estás? Eran sus padres que la estaba buscando                                                              
- Estoy aquí fuera jugando con la nieve.
- Ven rápido que vamos a comer.
- Ya voy mamá, enseguida estoy ahí.
Se despidió de sus nuevos amigos asegurándoles que al día siguiente iría a sus casas para seguir jugando con ellos.
Los duendecillo y pequeñas hadas se despidieron de ella prometiéndole que  intentarían convencer a los mayores para  que le dejaran enseñarle a usar  las varitas mágicas.
La niña fue al encuentro de sus padres, sabía que no podía contar a nadie como eran sus nuevos amigos,  no la creerían, eso no le importaba porque jugando con ellos había sido feliz.


SORPRESA

Mª José López de Haro Requena


Begoña es una chica de provincia un poco puritana, algo mojigata, de costumbres tradicionales. Es una mujer guapa con un fisico muy sensual. Vive en Madrid desde hace cuatro años los mismos que lleva casada con Juan.
Juan es un economista de éxito,  guapo y elegante, con buen tipo. Begoña se enamoro de él nada más verlo, hacia seis años, en las fiestas de su pueblo, se puede decir que fue un flechazo mutuo
Él volvió por el pueblo algún que otro fin de semana, después de unos cuantos meses se hicieron novios y no tardaron en casarse.
Hoy, Juan le había prometido que esa tarde la llevaría  a un sitio especial. Convencieron a su madre para que se quedara con los niños. Begoña estaba dispuesta a disfrutar al máximo, por fin dejaría atrás, por un rato, los biberones, las papillas y los pañales.
Esa tarde se puso sus mejores galas. Se fue a trabajar nerviosa deseando que finalizara el trabajo para reunirse con Juan dispuesta a pasar una tarde diferente y magnifica.
En cuanto dieron las siete, final de su jornada, se dio los últimos retoques y bajó las escaleras de dos en dos. Estaba ansiosa por ver qué sorpresa le tenía reservada su marido.
Juan la esperaba dentro del coche, aparcado en doble fila lo que le tenia un poco inquito. Begoña se subió le dio un beso y le dijo.
- ¿Dónde me llevas?
-Tranquila, es una sorpresa, enseguida llegamos, espero que te guste es algo distinto a lo que estas acostumbrada.
Aparcaron unas calles más allá de la oficina y se encaminaron hacia un edificio de aspecto completamente anodino que no le dio muchas pistas a Begoña.
- ¿Donde estamos? dijo Begoña, al ver que su marido llamaba a una puerta y se abría una mirilla de una manera bastante discreta.
- Es un club privado, espera, ya verás, dijo Juan.
Entraron en una sala que estaba en semipenumbra; tenía una pequeña barra  que estaba vacía   y tampoco había mesas alrededor.
- ¿Dónde me has traído?
- Tranquila, es un sitio muy selecto, espera y verás.
Fueron a otra sala que seguía casi a oscuras, estaba decorada con una especie de diván en el que estaba sentada, mejor dicho, casi acostada una pareja.
- Este es un sitio que se dedica al intercambio de pareja - le dijo  Juan-si esta no te gusta podemos buscar otra.
- ¿Esta loco? Ni esta ni ninguna otra, en mi vida se me ocurrido una cosa así.
- Venga, cariño, no seas tan puritana,  es una manera de que rompamos un poco la monotonía.
- Juan, yo en voy de aquí, esto me supera.
- Espera,  vamos a darnos un baño en el jacuzzi, a ver si así te relajas.
- No quiero relajarme, quiero irme.
- Hacemos una cosa, nos damos un baño y, si no te relajas, nos tomamos una copa y nos vamos
- Pero ¿cómo vamos a bañarnos? No hemos traído bañador.
- Nos bañaremos desnudos.
- ¿Desnudos?
- Si, desnudos, no te preocupes aquí hay poca luz.
Begoña no sabía qué hacer, optó por ir al jacuzzi para no organizar un escándalo pero no  estaba dispuesta a pasar de ahí.
En el agua había otra pareja completamente ajena a lo que ella hacía, se metió en el agua rápidamente y se agachó de forma que solo le quedaba fuera la cabeza.
Se deslizaba con los ojos cerrados por el borde del jacuzzi. De repente sintió que tocaba una cosa blandengue y viscosa que colgaba entre la piernas de una  persona, retiró  la mano asqueada y abrió los ojos para ver a quién pertenecía aquel pingajo y su sorpresa fue enorme al encontrase que el propietario de ese colgajo tenía dos hermosas tetas.
De un salto salió del jacuzzi y mirando a su marido con los ojos llenos de lágrimas le dijo
- Me voy,  creo que por hoy ya he tenido bastantes sorpresas.


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